El año que comienza será el primero en muchos, en que el mercado no esté cotizando medidas de liquidez expansivas por parte de la Reserva Federal (FED); desde que en 2007 comenzara a bajar de forma brusca los tipos de interés, pasando por los «Quantitative Easing» ó «QEs» de 2008, 2010 y 2012, dichas políticas han contribuido en mayor o menor medida a que el S&P500 se revalorice más de un 230% y el tecnológico Nasdaq más de un 315% desde sus mínimos de 2009.
Puede ser un punto en contra de las bolsas americanas; sin embargo no puede un factor decisivo por tres motivos:
- Hablar de fin de políticas expansivas con los tipos de interés oficiales entre el 0,25 y el 0,50%; con las letras del tesoro a 12 meses rentando un 0,16% y con la la presidenta de la FED, Janet Yellen asegurando que las subidas de tipos serán muy suaves, parece un atrevimiento.
- El fin de estas políticas se debe a que la economía norteamericana está recuperada, el pleno empleo es un hecho desde hace más de un año; y la inflación subyacente (la que no tiene en cuenta los combustibles) no está en una situación de riesgo como sí podría pasar en Europa. Continuar con ellas podría sobrecalentar su economía y ver nuevas burbujas (el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra); algo que nuestro BCE debería también tener en cuenta en un plazo de tiempo relativamente corto.
- Puede ser cierto que parte de estas inyecciones de liquidez han ido a las bolsas; pero no parece que el porcentaje sea realmente alto por cómo se ha saneado su sistema financiero (otros países como el nuestro podrían haber imitado estas actuaciones), y por cómo ha entrado dinero en los mercados de deuda, lo que puede haber provocado una burbuja de deuda cuya explosión se dará tarde o temprano.
Analizado con detalle este punto, cuyo resultado sería algo negativo con muchos matices; hay otros que tampoco por sí solos pueden hacer tomar una decisión, pero que vistos en conjunto sí ayudan:
Las valoraciones de empresas son otro que no puede llevar al optimismo: las subidas de los últimos años ha hecho que las recomendaciones de las casas de análisis (las que se caracterizan por seguir al precio, también) comiencen a estar ya en niveles de «sobrecompra», especialmente si se compara con las bolsas europeas. Este punto también tiene un matiz: esto ocurre desde 2012-2013.
Las estadísticas que tanto gustan a los americanos dicen que en un año electoral (en noviembre se celebrarán presidenciales) la bolsa sube; sin embargo también dice que en el pre-electoral, que acabamos de dejar, sube más que el siguiente pero el Nasdaq ha subido de forma moderada, y el S&P ha cerrado 2015 ligeramente en negativo (-0,73%) . No deja de ser una estadística y como tal hay que tomarla, pero es verdad que por sí mismas se retroalimentan, además ésta tiene una componente real: puede haber intento de sobrecalentamiento para atraer votantes.
El sentimiento de mercado es fundamental, y ayuda mucho a detectar cambios de tendencias, y en el caso de las bolsas americanas nadie puede negar que es un mercado alcista a largo plazo. Pues bien, a pesar de ello, la encuesta de la «AAII» de 31 de diciembre, que analiza el sentimiento de los pequeños inversores (los más vulnerables a euforia y pánico) marca un porcentaje de alcistas del 25,07%. La media del último año antes del crash de 2008 estaba en el 40%, así que el actual es extraordinariamente bajo, con que el «fantasma de la euforia» que precede a las tendencias bajistas parece no existir.
También hay que hablar aquí del análisis técnicos que se pueda hacer: sin complicar demasiado, vemos que el S&P ha ido moviéndose desde mediados de 2014 hasta ahora en un lateral entre los 2.000 y los 2.140 (con alguna excepción. La forma cómo se respeta el soporte (en el momento de escribir el post está luchando con él) es positiva y hay que tenerla muy en cuenta; y claro está, una ruptura de la resistencia, que supone además su máximo histórico, podría activar compras:
El Nasdaq por su parte, presenta una estructura más alcista incluso a corto/medio plazo; con un soporte mucho más alejado (entorno a los 4.100) y, si bien es cierto, que podemos marcar una resistencia en su máximo anual, el histórico que parecía una inalcanzable por haberse dado en plena burbuja tecnológica ya no está tan lejos y sería una gran señal:
Por último, hay que analizar la divisa: en este caso, las políticas monetarias sí tienen un efecto mucho más real, de hecho es uno de sus objetivos, como así demostró el mercado depreciando el dólar respecto al euro en más de un 25% desde mayo de 2014 a marzo de 2015. Tras este movimiento brusco, está en un lateral entre 1,14 y 1,05; que teniendo en cuenta que en EEUU se están subiendo tipos, y en la zona euro estamos viviendo un QE que se extenderá a más de 2016, no tiene mucha pinta que se rompa por arriba; aunque en caso de hacerlo por abajo, la paridad puede ser un soporte psicológico importante. Aún así, el inversor tiene herramientas para protegerse si no quiere asumir este riesgo, por ejemplo mediante fondos cubiertos o «hedged».
La conclusión, viendo que existen factores positivos y negativos, sería mantener una parte de la cartera en bolsa americana (sobreponderando Nasdaq por su tendencia a corto plazo); pero en un porcentaje controlado debido a su valoración y políticas monetarias (entre un 25 y un 20%); pudiendo aumentar algo en caso de que el S&P y el Nasdaq rompieran sus máximos históricos o que el dólar perdiera el 1,05 ó el 1,00. Sin embargo se podría disminuir algo si S&P consolida por debajo de 2.000 y el Nasdaq perdiera la tendencia alcista a corto plazo.
@luisgarcialanga
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