Desde hace aproximadamente dos años, los bancos se han lanzado en avalancha hacia las redes sociales como medio de interacción e información con sus clientes actuales y, en menor medida, potenciales.
Los cambios que vive el sector desde la implantación y reformas provocadas por las directrices de Basilea II y Basilea III han llegado a todas las facetas de trabajo y gestión de datos por parte de los bancos y, en consecuencia, de los productos ofrecidos y distribución del riesgo y activos financieros.
A menudo vinculamos redes sociales con captación no solo de feedback y opinión, sino de datos e información personal de los particulares que voluntariamente se adhieren a las campañas o siguen determinados tipos de plataformas o apps vinculadas.

Desde el boom hace unos años de las redes sociales y su permanente consolidación, los bancos han utilizado sus enormes recursos humanos y económicos para estar presentes y ofrecer un canal adecuado a los tiempos y necesidades que las personas 2.0 tienen.
¿Basta con estar presentes en las redes sociales?
Evidentemente, no. Y no solo los bancos, cualquier otro sector económico deberá tener una estrategia y objetivos cuantificables y medibles sobre los que actuar en sus respectivas estrategias de marketing online en redes sociales.
Cambios como los propiciados por Basilea II y III han llevado a la necesidad de unos mayores recursos en el tratamiento de la información y en la veracidad de estos. Las redes sociales son un importante canal de asistencia y fidelización, pero a menudo los datos que reporta no son todo lo fiables que exigen los tratados de Basilea II y III.
¿Qué puede buscar un banco en Facebook o Twitter?
Generalizar ya sería un error clásico en el que muchos bancos se estrellan y pierden una parte importante de su inversión. No deben organizar sus objetivos y metas de igual forma para cada red social, y ello se debe describir en la estrategia online y traspasar de forma efectiva a las personas encargadas de dirigir dicha estrategia y, en mayor medida, en las personas encargadas de llevarla a cabo diariamente.
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¿Está bien empezar por lo que NO hacer?
No solo está bien sino que es esencial. En cualquier banco, no es exclusivamente la figura del Community Manager la cara, voz y canal corporativo de la empresa en la red. Cualquier empleado con un tweet desafortunado o producto de una reacción poco o inocentemente meditada puede provocar una crisis en cadena importante de la que se pueda beneficiar toda la competencia.
Es más, el error de un banco puede suponer una oportunidad única y gratuita para los competidores, pudiendo desde el anonimato iniciar una campaña de desprestigio que capte la atención de muchos usuarios y llegue incluso a posicionarse en las primeras páginas de Google, con la consiguiente dificultad de desautorizarse en el tiempo a través de acciones de SEO.
¿Dónde están los bancos?
En todas partes prácticamente, y desde hace tiempo muy segmentados. Cada banco tiene su perfil orientado a un país en concreto y en la mayoría de casos a un perfil de usuario también muy concreto (accionistas, clientes actuales, canales corporativos, canales informativos y de notas de prensa…). La masificación de toda la información a través de un único perfil o canal pierde toda su fuerza, llegando demasiado difusa a las personas verdaderamente interesadas.
Es un planteamiento adecuado para algunos segmentos, es evidente que sí, pero el salto de calidad todavía no se ha afianzado y las posibilidades de innovación y diferenciación siguen sin estar explotadas al nivel que el presente (y futuro más inmediato) requieren.
¿Dónde deberían estar?
En las redes sociales, obviamente, pero desde un perfil más técnico y cercano que no el clásico informador y dinamizador de redes que busca captar el interés de la comunidad y viralizar sus contenidos que, en muchas ocasiones tienen más que ver con patrocinadores oficiales del banco de turno que no tanto en el propio negocio y productos que éste ofrece.
¿Os imagináis hablando de cuentas, intereses, comisiones y demás a través de un chat de Facebook o cambiando de plan de ahorros a través de un par de tweets?
La inmediatez y flexibilidad son el futuro que todavía no han abordado los bancos. Basilea II y III hablan de limitar el riesgo de las operaciones e inversiones, pero también hablan de la personalización de los productos y la calidad en la gestión de los datos. Juntando estas expectativas y necesidades, los bancos encontrarán el vínculo definitivo que no solo capte sino que fidelice y aporte todo aquello que el cliente necesite.
Dejemos de ir a la oficina, nuestra oficina está en nuestro bolsillo en el preciso momento en que detectamos una necesidad. ¿Están ahí los bancos para atenderos?
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