La mayor parte de los empleos que son ampliamente conocidos tienen como denominador común que para desempeñarlos correctamente es imprescindible “el hacer”. ¿Hacer qué? Me refiero con “hacer” a llevar a cabo tareas físicas o mentales casi constantemente: hacer cálculos, preparar presentaciones, realizar visitas comerciales, redactar contenidos, preparar reportes, programar, mantener reuniones, y un larguísimo etc.
En todas ellas lo más provechoso es “hacer sin parar”, y contra más rápido y bien hecho pues mucho mejor. Desarrollar mejor esos trabajos implica trabajar intensa y constantemente aprovechando al máximo la jornada laboral.
Con esta educación y hábitos, asimilados durante años, tenemos inculcada la idea de que no estar desempeñando una actividad física o mental a cada momento implica que estamos perdiendo el tiempo de nuestro trabajo y resultando improductivos. Y probablemente sea así.
Cuando vamos al mercado financiero asimilamos inconscientemente la idea de que “el hacer” es sinónimo de “operar”, puesto que a fin de cuentas la rentabilidad no se consigue si no operamos -pensamos. Con esta idea caemos muy fácilmente en el mal hábito de sobreoperar (da igual que sea en timeframes diarios que en intradía). Cómo si no, si esta es la forma en la que hemos sido educados durante años y la que la sociedad más intensamente inculca.
Sin embargo, existen otros trabajos en los que “el hacer” puede significar cosas muy diversas e incluso opuestas. En mi opinión este también es el caso del scalping, trading e incluso la inversión a l/p.
En estos casos “el hacer” puede suponer: mirar el mercado, llevar a cabo técnicas de relajación mental, evitar operar cuando no es el momento, observarse a uno mismo para notar si su pensamiento es objetivo, no distraerse, no realizar otras tareas al mismo tiempo, esperar pacientemente los niveles analizados, y muchas otras cuestiones que aparentemente parecerían improductivas a vista de personas ajenas a este mundo.
Resulta difícil en primera instancia asimilar este concepto, por sencillo que sea a priori, y mucho más difícil deshacer el hábito anterior para adquirir el nuevo.
Como cualquier hábito es cuestión de practicar y practicar hasta que nuestra mente acepte el concepto y se convierta en algo natural.
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