En ocasiones he leído cómo se comparaban las tendencias de fondo de los activos con las mareas, y las olas con los pequeños recortes. Es tal cual. Las mareas serían los grandes fondos de pensiones e instituciones cuando deciden en qué clase de activos van a invertir (bonos, deuda privada, renta variable, etc.) y las olas las tomas de beneficios intermedias al movimiento principal.
Alguien que no comprenda el funcionamiento del mercado no tendrá su mente orientada a él, y su trading consistirá en “sudar la gota gorda” tratando de encontrar los puntos de giro constantemente. De esta forma verá como el 90% de las veces su stop salta (o se queda atrapado, que es peor) y cuando sea la buena, su mente estará tan descompuesta por las dudas y la inseguridad que le hará cometer errores, terminando por perder también esa tendencia.
Una cosa es plantearse en alguna ocasión (las menos) entrar al mercado en un setup que plantea muchas circunstancias para posibilitar un giro de mercado (pienso que es bueno plantear ideas de trading creativas de vez en cuando) y otra muy diferente que esta sea la base de nuestra operativa.
Es curioso cómo funciona nuestra mente. Cuando observamos que un activo ha subido, lo que consideramos “bastante”, esperamos con impaciencia el momento de giro de mercado esperando coger un trecho equivalente.
Sin embargo, los activos en tendencia suben mucho más de lo esperado, permitiendo a casi todo el que se subiese al carro coger una buena rentabilidad, teniendo viento de cola.
Pero lo curioso es observar cómo tenemos miedo a entrar en un recorte de la tendencia de fondo, por miedo a que salte nuestro stop, y sin embargo entramos con suma tranquilidad cuando buscamos un giro de mercado (contra la tendencia de fondo) Eso se debe a que no concebimos que el activo siga subiendo mucho más. Pensamos: “ha subido tanto que lo normal es que al menos recorte bastante”. Pero todos sabemos lo que sucede con una marea, el empuje y su fuerza de arrastre.
Una sencilla propuesta para modificar esta forma de pensamiento es que seamos empíricos. Asumiendo un riesgo muy reducido, eso sí, dejando suficiente espacio al stop, probemos a entrar en 10-15 ocasiones en activos que llevan una clara tendencia de fondo después de que estos experimenten un recorte. Anotemos los resultados tras estas 10-15 entradas. Desde luego que en ocasiones nuestro stop saltará, puesto que el recorte quizás será más profundo de lo que creíamos, pero a la segunda o tercera entrada probablemente cogeremos el siguiente impulso.
No hay mayor refuerzo mental que un proceso termine con una recompensa positiva en varias ocasiones, como forma de moldear la mente.
Si navegásemos todos elegiríamos tener viento de cola, si nadásemos la marea a favor, ¿por qué comprando activos vamos a tratar de navegar o nadar con el viento en contra?
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