Internet se ha transformado en muy poco tiempo en la herramienta más trascendental de la comunicación humana. Y si hablamos de comunicación, el gran fenómeno promovido por internet son, sin duda, las redes sociales.
Hoy en día el uso de las redes sociales está tan extendido, sobre todo en los sectores jóvenes de la población (pero ya no exclusivamente, ni mucho menos), que ya nos resulta difícil imaginar nuestra existencia sin los términos tweet, follower, facebook…
Estos usuarios más jóvenes son precisamente los más vulnerables a la hora de afrontar las diversas problemáticas que pueden surgir en las redes sociales. Problemas de adicción, de aceptación social, de acoso… Las redes sociales también pueden ser un arma de doble filo, no obstante, está comprobado que son las causantes de algunas nuevas patologías.
Depresión del Facebook
La depresión del Faceook la suelen padecer aquellos usuarios que dan tanta importancia a las redes sociales que llegan a ser tan importantes, o más, que la vida real. Esta patología llega cuando no conseguimos alcanzar ciertas expectativas que nos hemos marcado en nuestros perfiles, las cuales pueden ser muy variadas: tengo menos usuarios que Fulanito, nadie me ha dado suficientes «me gusta», Menganito pasa de mí en Facebook…
Otra variante de la depresión del Facebook es aquella que sufren los usuarios que reconocen internamente estar enganchados a este tipo de redes. Son usuarios que usan las redes compulsivamente pero no las disfrutan, convirtiendo lo que algún día fue algo sano y divertido en una patología.
Efecto Zeigarnik
Son muchos los internautas que jamás han oído hablar de esta consecuencia de las redes sociales, sin embargo se está volviendo cada vez más frecuente en los jóvenes. El efecto Zeigarnik llega de los juegos sociales que ofrecen redes sociales como Facebook. Algunos como Candy Crush Saga, cuentan con más de 130 millones de personas conectadas alrededor del mundo. Estos juegos suelen generar adicción y falta de atención (o desinterés) en las obligaciones escolares y/o en tareas del mismo hogar.
Estos juegos sociales pueden causar trastornos de la conducta, ansiedad de superación o síndrome de abstinencia. Según datos de la BBC inglesa, las 600 millones de partidas que se contabilizan de sol a sol se reparten en dos factores importantes: el social y un factor asentado al «punto de interés» donde los usuarios deben superar su anterior puntuación o conocer el siguiente paso de manera imperiosa.
Selfitis
Según los miembros de la American Psychiatric Association, tener selfitis es ni más ni menos que «el deseo compulsivo obsesivo para tomar fotos de uno mismo y publicarlos en los medios sociales como una forma de compensar la falta de autoestima y para llenar un vacío en la intimidad». La moda de las selfies está llegando a tal punto de ebullición que hay personas que no pueden ni conducir trayectos de 30 minutos sin hacerse una foto a sí misma, incluso cuando están en la cama o trabajando. Se conocen hasta tres variantes del mismo problema;
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Selfitis Bordeline: Identifica al sujeto que no puede dejar de hacerse fotos aunque no comparta la totalidad de ellas. Estos datos apuntan a que en el mundo hay «selfiemaniacos» que se inmortalizan 3 veces cada 24 horas sin cargar sus imágenes en las redes sociales, solo por adicción.
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Selfitis aguda: Se trata de una rama de adicción como la anterior. La diferencia radica en que el usuario sí cuelga todos sus “selfies” en Facebook, Twitter, Instagram, etc.
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Selfitis crónica: Sin duda la modalidad más comprometida y menos tratable de todas. Las personas con este trastorno (cada vez más común) se hacen fotos al menos 6 veces cada 24 horas y las suben inmediatamente, estén donde estén, a las redes sociales mediante su Smartphone.
El síndrome de la notificación imaginaria
Hasta un 70% de los usuarios con dispositivos móviles afirman haber escuchado, en alguna ocasión, al menos un tono de llamada telefónica o en su defecto, la vibración de un celular cuando éste en realidad no ha recibido llamada, mensaje o notificación alguna. Ahora, esto también sucede con las notificaciones en las redes sociales, sobre todo cuando acabamos de actualizar nuestro perfil y esperamos que alguien interactúe con nuestra publicación, o cuando estamos en medio de una conversación a través de Facebook o Whatsapp.
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ileana dice
lol