Hoy la Junta de Accionistas de DIA ha aprobado la propuesta de LETTERONE de efectuar una OPA sobre el resto del capital que no controla a 0,67 euros por acción, lo que valora la cadena de distribución en torno a los 400 millones. El éxito de la OPA incluye una ampliación de 500 millones de euros, asegurada por el propio fondo de inversión, y un plan de crecimiento para los cinco próximos años.
La jugada es maestra, Mikhail Friedman se va a hacer con una multinacional de distribución valorada en 4.000 millones de euros por 400 millones.
La aprobación por la Junta del plan de Fridman abocará seguramente a DIA al concurso de acreedores. Mientras tanto, la CNMV ha de aprobar la OPA, cuya autorización puede demorarse más allá del procedimiento concursal.
La compañía está en una situación financiera complicada, con recursos apenas para unos meses y de la que personalmente creo que no va a salir… porque esa es la intención de LETTERONE: hacerse con unos activos a precio de saldo, vendiendo la compañía troceada en el procedimiento concursal, con cierre y venta de tiendas, despido de empleados, traspaso de supermercados a la competencia…
Y para ello, urdió una de las historias de manipulación bursátil más flagrantes de la historia de los mercados, dejando a particulares y minoristas empapelados con unos títulos sobre los que no recuperarán su precio de entrada. Manipulación que culminó el día del comunicado en febrero a la CNMV por parte LETTERONE RETAIL del anuncio de una OPA por el 100% de DIA.
La historia comenzó con la salida de DIA el 5 de julio de 2011 a 2,92 euros. Ya a partir de enero de 2012, su cotización se puso por encima del precio de la OPA y, desde aquel momento comenzó a subir ininterrumpidamente hasta sus máximos del 15 de abril de 2015. Máximos que se alcanzaban en medio de recomendaciones de compra, espaldarazos a la compañía y mayores ingresos. Es ahí donde se consuma el primer engaño a los minoristas, pues tras cuatro años de revalorización al 140% respecto a la salida a Bolsa, los fondos CERVINIA EUROPA y BLUE PARTNERS, accionistas de referencia desde la salida a Bolsa, se deshicieron de 55 millones de acciones (un 8,48% de la compañía) en torno a los 7 euros. El negocio fue redondo: más de 400 millones de euros por algo menos del 10% de la empresa, y miles de minoristas subidos a un caballo ganador con recomendaciones de compra precios objetivos de 7,33 euros. Una vez más, eran dos accionistas institucionales quienes sacaban la mayor tajada.
Tres meses después, y ante el punto de inflexión que supuso la venta de ese 8,48%, pues la cotización comenzó a caer (y ya nunca más alcanzó esos niveles), DIA avanzaba un ambicioso programa de recompra de acciones por importe de 200 millones de euros. De nuevo la manipulación informativa a los minoristas se ponía en marcha, al lanzarles un mensaje de estabilidad de la empresa al decirles que es mejor que no vendieran (todavía) porque con la recompra y amortización de las acciones se iba a aumentar el beneficio por acción (BPA) y el dividendo que se repartiría sería mayor.
A partir de ahí, los títulos de DIA siguieron perdiendo valor hasta llegar a situarse a menos de un 25% de su precio de colocación (recordemos que los institucionales se largaron con un 140% en el bolsillo).
Pero he aquí, que entre rumores de problemas, rebajas de calificación, disminución de ventas y márgenes, aparece un millonario ruso, Mikhail Fridman, quien a través de su sociedad LETTERONE anuncia el 28 de julio de 2017 la compra de un 10% del capital de DIA. En esa sesión se produjo lo que en análisis técnico se conoce como una trampa alcista, pues miles de inversores, pequeños inversores, se lanzaron a por uno de los 38 millones de títulos que se negociaron ese día (recordemos que CERVINIA y BLUE PARTNERS se deshicieron de 55 millones), la mayoría de ellos probablemente para comprar más barato y promediar el agujero que tenían desde las cotizaciones a 6 euros desde 2013. El precio se disparó un 25% situándose por encima de esos niveles para darse la vuelta rápidamente, haciendo saltar stops por doquier. La manipulación en el precio ya estaba consumada.
Fridman entró a 6 euros con un paquete total del 10% valorado en más de 325 millones de euros. Aumentó su participación al 29% y con ese 29% en sus manos, se colocó en el umbral del 30% que marca la ley para el lanzamiento obligatorio de una OPA.
Un informe de JP MORGAN reducía un 20%, de 2,1 a 1,7 euros, el precio objetivo del grupo de distribución, tras vaticinar que su ebitda se reducirá de 568 a 489 millones este año, frente a una estimación anterior de 501 millones. DIA se dejó entonces el 15 de octubre 500 millones de su valor en Bolsa, cuando sus acciones cayeron un 42,2%, hasta 1,097 euros. Se trataba, de hecho, del mayor descenso de una compañía en el selectivo desde 2015, cuando ABENGOA cayó un 52% en una jornada.
Unos días antes, nos despachábamos con las (buenas) noticias de que los nuevos supermercados de DIA facturaban un 40% más. Tras el desplome, DIA anunció el 23 de octubre (dos semanas antes de presentar resultados) que fichaba a ROTHSCHILD para poner en valor la compañía, un trabajo que tendría principalmente dos líneas de actuación: redefinir su estrategia, ya que la actual se está mostrando fallida, y recuperar la confianza de los inversores.
La acción de DIA está en caída libre, con presiones por la parte del pasivo. La compañía tiene deuda por importe que supera los 1.200 millones de euros, en su mayoría créditos sindicados y emisiones de bonos, cuya rentabilidad, que se comporta de forma inversa al precio, ha llegado a superar el 25%.
El 18 anunció una profunda renovación de su equipo directivo. El día anterior volvió a desplomarse ayer en Bolsa, con una caída del 15,04%, hasta 0,85 euros por título, lo que deja su capitalización en 579 millones. El grupo ha perdido un 55% de su valor, unos 700 millones, desde febrero, y sus acciones acumulan una caída superior al 80% desde que comenzó el año. Entonces, la cadena de supermercados cotizaba a 4,4 euros por acción y capitalizaba cerca de 3.000 millones de euros.
El nexo de común de estas afirmaciones es la imposibilidad de su trazabilidad documental y probatoria (de lo contrario hablaríamos de la comisión de una infracción de mercado o, incluso, de un delito), pero estas operaciones responden a un esquema común: a buen seguro acuerdos entre el núcleo duro de la compañía para adquirir las acciones a precios cada vez más bajos, para al final hacerse con el control de la compañía o incluso el 100%.
La única forma de conseguir papel a precios ínfimos es provocar pánico entre los pequeños accionistas, para que suelten el papel sin importar el precio.
Con DIA no sabemos si la intención de Mikhail Ffidman es hacerse con la compañía para integrarla en su grupo de empresas o, hacerse con los activos de la compañía para venderlos (apuesto por ello), porque no olvidemos que DIA ha perdido capitalización bursátil, el valor en el mercado, pero sus activos no se han depreciado, valen lo que valen.
La decisión de la Junta de aprobar los planes de Fridman es el capítulo final de una historia de manipulación y ruina de una compañía. Descanse en paz.
Buen trading
Mario de Angeles
- Las Mineras de Oro: ¿un tesoro desconocido? - 6 noviembre, 2024
- Análisis técnico de McDonald’s (MCD) - 23 octubre, 2024
- Análisis técnico del Cobre - 16 octubre, 2024
Deja una respuesta