El final del ciclo alcista más largo de la historia de EEUU se acerca, pero nadie sabe predecir cuándo.
Después de meses instalada junto a la escultura del toro en la calle Broadway de Nueva York, la figura de la Niña sin miedo se colocó frente a la fachada principal de la Bolsa, en el cruce de caminos entre Wall y Broad Street. Desde entonces, permanece allí apostada, desafiante y con los brazos en jarras, sin quitar la vista a un mercado que no parece darse por aludido.
Hace ahora diez años, tras un tedioso lunes, los mercados de Estados Unidos marcaron su mínimo desde que el colapso de Lehman Brothers, en septiembre de 2008, desató la mayor crisis financiera de la historia. Aquella fecha de hace una década, con las cenizas del sistema aún calientes, marcó el inicio de la paulatina pero incombustible recuperación que vino después. Se abría así el periodo alcista más largo en Wall Street.
El hito se logró el 22 de agosto del año pasado, cuando se cumplieron 3.453 días sin que los grandes índices experimentaran una corrección del 20% o más desde máximos. Ese porcentaje indica el fin de las etapas bull (el toro simboliza la fuerza de los mercados, frente al oso, que representa las caídas). El anterior récord, iniciado en octubre de 1990, terminó abruptamente con el pinchazo de la burbuja puntocom, en marzo de 2000.
Titubeos
Han pasado siete meses desde la fecha histórica de agosto y, aunque con titubeos, Wall Street sigue subiendo. En estos diez años, el Dow Jones de Industriales y el S&P 500 han más que triplicado su tamaño y el Nasdaq se ha multiplicado por más de cuatro.
Durante este tiempo, los mercados han superado exigentes pruebas como la degradación del ráting de Estados Unidos en 2011, la crisis del euro, la guerra comercial con China y el endurecimiento de las condiciones financieras por parte de la Reserva Federal (Fed). Pero el ánimo inversor ha permanecido firme, incluso ante el cambio presidencial más inesperado e incierto que ha vivido Estados Unidos.
Antes de las elecciones de noviembre de 2016, los expertos auguraban fuertes caídas si Donald Trump ganaba las elecciones. El candidato republicano era un outsider del sistema que adelantaba periodos económicos oscuros con sus planes de elevar la deuda pública y de cambiar el orden internacional.
Sin embargo, ha sucedido justo lo contrario. No solo se ha evitado una corrección, sino que algunas de las medidas de la Administración Trump han servido de motor de los mercados, especialmente, la rebaja masiva de impuestos aprobada en enero del año pasado. Desde el triunfo de Trump en las elecciones de 2016, el S&P 500 ha subido más de un 25%.
Mercados frente PIB
Los mercados han actuado de avanzadilla de la recuperación económica, cuyo crecimiento ha sido más suave. Unos meses después del inicio de la etapa alcista, en junio de 2009, la economía de Estados Unidos logró salir de la recesión después de dieciocho meses, el periodo más largo desde la Segunda Guerra Mundial.
A partir de ahí, el crecimiento ha sido lento, pero sostenido hasta alcanzar un mercado laboral en pleno empleo, un nivel de paro menor del 4%, una inflación controlada en el entorno del 2% y un crecimiento del PIB de cerca del 3%.
La Fed ha contribuido especialmente a la fiesta inversora. Los tipos de interés comenzaron a incrementarse en 2015, pero de manera muy gradual y en sintonía con el ritmo de los mercados. El nuevo presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha tratado de acelerar las subidas de tipos, pero el miedo ante el futuro se ha impuesto a la realidad de crecimiento económico, acentuando el poderío de Wall Street frente a los reguladores.
La Bolsa americana sigue subiendo, pero las señales de incertidumbre se iluminan y basta cualquier titubeo para que cunda el miedo. El temor a una subida más acusada de la prevista de los tipos de interés provocó en febrero de 2018 la mayor caída en puntos del Dow Jones en su historia.
Desde entonces, los vaivenes se han instalado en los mercados, facilitando máximos históricos en agosto, septiembre y octubre del año pasado, agudizando las caídas en la recta final de 2018 y permitiendo un nuevo despegue en el inicio de 2019. Los abruptos movimientos se reflejan en el índice de volatilidad, que se ha disparado más de un 70% desde finales de 2017.
Impaciencia
El Dow Jones y el Nasdaq acumulaban diez semanas consecutivas de subidas desde enero de 2019, pero la racha se ha interrumpido esta semana, cuando ha comenzado a crecer la impaciencia para que se ponga fin a la guerra comercial y, sobre todo, se ha agudizado el eco de una ralentización global y generalizada que puede ser letal para Estados Unidos.
Los mercados se adelantaron al fin de la recesión con subidas y la corrección anticipará también un frenazo en el crecimiento económico. Habitualmente, las Bolsas acumulan seis trimestres de caídas antes del cambio de ciclo, por lo que firmas como BlackRock dan un 19% de posibilidades a una recesión en 2019, un 38% en 2020 y un 54% un año más tarde. Según Elga Bartsch, responsable de análisis económico y mercados de BlackRock Investment Institute, Estados Unidos «aún se encuentra en la mitad del ciclo».
La visión optimista de BlackRock también la comparte JPMorgan, que considera que Wall Street aún marcará nuevos máximos antes de entrar en recesión, sobre todo, gracias a la fortaleza de la gran empresa americana,
Sin embargo, hay factores que despiertan el desasosiego y que podrían apretar el gatillo del decrecimiento antes de lo previsto, como la imparable deuda pública de Estados Unidos, que está a punto de ser insostenible tras alcanzar un récord de 22 billones de dólares.
El sector tecnológico ha sido uno de los grandes responsables del largo resurgir de Wall Street. En la última década, el valor de empresas como Amazon se ha multiplicado por más de 2.000, hasta cerca de 800.000 millones de dólares.
Sin embargo, el desgaste que comienza a percibirse en esta industria amenaza con etiquetarla también como lastre de los mercados, lo que se hizo evidente en la recta final de 2018. Apple es el gran representante de la época dorada del sector y del futuro no tan brillante que se avecina. El fabricante del iPhone consolidó su valor el año pasado por encima del billón de dólares, cifra que ninguna empresa había alcanzado antes.
Sin embargo, Apple ha perdido desde entonces su trono como entidad más valiosa de Wall Street y ha bajado un 25% en Bolsa, lo que significa que la compañía más representativa de la grandeza empresarial americana ha dejado atrás la larga etapa alcista.
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