Este es un debate que difícilmente podrá generar consenso entre los diferentes intervinientes en el mercado: las entidades financieras y gestoras de fondos en un lado y los inversores en el otro. Los intereses no siempre van encaminados en la misma dirección y eso provoca la necesidad, o más bien la exigencia, de que el ahorrador realice un seguimiento de la evolución de sus fondos. Especialmente cuando estos tienen comisiones superiores a la media, porque es ese caso deberán justificar que el sobreprecio pagado queda avalado por la calidad de la gestión.
Las entidades financieras deben cobrar por la gestión realizada, como no podría ser de otro modo. Otra cosa será discutir si la comisión de gestión aplicada es razonable y coherente con los resultados obtenidos y lo que es más importante, con la categoría en la que está definido el fondo. En España todavía podemos encontrar numerosos casos de fondos de categorías de reducido riesgo (renta fija a corto plazo, monetarios,..) o fondos indexados (donde la gestión es pasiva y no hay generación de alfa por parte del gestor) con comisiones propias de fondos de renta variable internacional.
Los inversores y ahorradores por nuestra parte, buscamos una gestión eficiente y una rentabilidad coherente a las expectativas puestas en el fondo seleccionado. Todo ello a un coste razonable. ¿Pero qué podemos entender por razonable? Por ejemplo, que en un fondo monetario, especialmente en un contexto de bajos tipo de interés, la comisión de gestión se adapte al contexto de tipos. Si inviertes en un fondo monetario y el resultado es que la entidad gana más dinero que tu o bien acabas perdiendo dinero porque los costes de gestión superan la TIR esperada por la cartera del fondo, entonces podemos decir que hemos hecho un mal negocio.
Una forma sencilla de averiguar si su fondo es caro o barato, es conocer la comisión media de su categoría. Por ejemplo, si la tasa de gestión media de los monetarios fuese del 0,60%, aquellos fondos de la misma clase cuya comisión de gestión esté por encima de este nivel, podrían considerarse caros.
En estos casos sería razonable y exigible que la entidad financiera, de forma pro-activa, contactara con los clientes que tienen estos fondos para ofrecerles alternativas mejores. En un contexto de tipos como el actual, en la mayoría de casos, la entidad sabe de entrada (al inicio de año) cuál será la TIR esperada del fondo y por tanto la rentabilidad neta aproximada que puede obtener el cliente al final de año.
Una gestión activa por parte de la entidad en esa dirección (cosa muy poco frecuente y que queda en manos de la profesionalidad del asesor) generaría un efecto positivo en la vinculación del cliente. La pasividad en cambio (la gran mayoría de los casos), genera el efecto contrario: mayor descontento del cliente, que ve como está pagando comisiones a cambio de un resultado nulo.
Si nos fijamos en el gráfico adjunto, relativo a la categoría Morningstar de Mercado Monetario en EUR, podremos ver como son numerosos los fondos de la categoría que están generando rentabilidades prácticamente nulas o negativas (tras descontar la pertinente comisión de gestión).
Si lo extendemos al resto de categorías nos encontraremos con casos muy similares. Para profundizar un poco más en el tema, adjunto enlace a un gran estudio realizado por Martín Huete sobre la rentabilidad y las comisiones de las gestoras de fondos en España. Estudio realmente muy clarificador del mapa de fondos en España y la calidad de gestión, atendiendo al binomio rentabilidad – riesgo.
Resultado de todo ello: los clientes están desviando su atención hacia gestoras independientes en las que encuentran una gestión más personalizada, generalmente con mejores resultados (no siempre) y que además puedan justificar unos mayores costes de gestión y asesoramiento, si fuese el caso (que no siempre es así). Pero también estamos viendo una tendencia cada vez mayor a incluir en las carteras los fondos gestionados o ETF. Estos fondos se caracterizan por una gestión pasiva y unas comisiones de gestión muy inferiores a los fondos de inversión.
Lo que está claro es que la industria de gestión de fondos no puede sobrevivir a base de comisiones de resultados, como parecen sugerir algunas voces. Hay una infraestructura, un servicio y unos costes que cubrir y por supuesto un margen objetivo. Pero lo que tampoco es aceptable son comisiones abusivas que en ningún caso justifican los resultados ofrecidos.
En este sentido considero que la reciente crisis bancaria y la mala imagen ganada a pulso por el sector bancario, la aparición de nuevos jugadores e intermediarios en la industria financiera y sobre todo la explosión de Internet como medio de formación e información, permitirá poco a poco generar un efecto de vasos comunicantes entre los intervinientes del mercado.
La web 2.0 permite y permitirá, cada vez con mayor énfasis y rapidez, premiar y difundir los ejemplos y casos de buena gestión, a la par que castigará y por supuesto compartirá los ejemplos de mala gestión. El resultado de todo ello redundará en beneficio de un cliente mejor informado.
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