La producción industrial y otros datos económicos se están viendo lastrados de forma persistente por la incertidumbre sobre la política económica mundial. ¿Por qué?
Pocas veces la incertidumbre sobre la política económica mundial se ha situado en niveles tan altos como los que viene marcando estos últimos meses. Al menos, eso es lo que se deduce del índice GEPU (Global Economic Policy Uncertainty) que elabora un grupo de académicos estadounidenses. El índice, que se remonta a 1997 y se actualiza mensualmente, recoge la frecuencia relativa de una serie de términos relacionados con el riesgo a partir de información procedente de noticias de prensa de veinte países. Este índice mundial representa una media de las tendencias nacionales ponderada por el producto interior bruto (PIB).
Obviamente, algunos aspectos metodológicos son cuestionables, empezando por la ponderación de cada uno de los países. Aun así, si lo tomamos tal cual, el índice GEPU nos ofrece algunos datos interesantes, como muestra nuestro gráfico de la semana. A primera vista, destacan dos cuestiones. En primer lugar, la relación entre los cambios en los niveles de incertidumbre y la producción industrial mundial era bastante endeble en los primeros años de esta década. En segundo lugar, esta relación es cada vez más fuerte. Esta tendencia resulta aún más evidente si analizamos los datos de comercio mundial.
En un discurso pronunciado recientemente, Michael Saunders (miembro del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra) dio algunas razones interesantes que podrían explicar este comportamiento. En los últimos meses, parece que la incertidumbre ligada al Brexit se ha ido volviendo cada vez más perjudicial, no solo para el sentimiento sino para el comportamiento real de los inversores, sobre todo desde el 29 de marzo, fecha en la que el Reino Unido debía haber abandonado inicialmente la Unión Europea.
Esto podría explicarse porque la respuesta inicial de las empresas a los riesgos que presentaba el Brexit fue posponer sus decisiones de inversión, en vez de cancelarlas. Sin embargo, esta estrategia se ha vuelto más insostenible con cada nueva prórroga (la última, hasta el 31 de enero de 2020) y no solo desde el punto de vista psicológico. Aunque la incertidumbre política no es nada nuevo, cuando más se prolonga, más sentido tiene pensar que nunca se disipará a la hora de planificar. Esta explicación sugiere que quizás se está subestimando el riesgo relacionado con los conflictos comerciales de EE.UU., el otro factor clave del reciente aumento del índice GEPU. Cuanto más se prolonguen estos conflictos, más dañinas podrían ser sus repercusiones, incluso aunque se alcance un acuerdo temporal, ya que es probable que cada vez más empresas decidan asumir que las amenazas políticas para las cadenas de suministro mundiales se han convertido en algo más o menos permanente.
DWS
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