El llamado flash crash de la libra esterlina del pasado viernes 7 es un nuevo evento de mercado similar a los sucedidos en los últimos años. En cuestión de segundos se desplomó un 6%, un rango muy grande para la cotización de una divisa, pero que se empareja con otros episodios de extremada volatilidad que se han dado en los mercados y en diversos activos, como el flash crash de la bolsa de Singapur en octubre de 2013, que se llevó por delante 69.000 millones de dólares de capitalización y algunos valores llegaron a perder un 87%; el flash crash de octubre 2014 de los bonos americanos, en el que el rendimiento del papel a diez años descendió en 34 puntos básicos en apenas unos minutos, pasando del 2,2% al 1,86%. O el famoso flash crash del Dow Jones Industriales, que dio nombre al evento, que llegó a descender un 9% durante la sesión, 1000 puntos en unos minutos. En 2015 tuvimos los de kiwi neozelandés o nuevamente el DOW JONES con otros 1000 puntos. Y más recientemente, este año, nos hemos llevado los del rand sudafricano, el del CSI chino, y el de la libra del viernes 7.
En todos ellos, tenemos una caída brutal con una recuperación similar que devuelve al precio prácticamente a sus niveles previos a la súbita caída, y en todos ellos tenemos una pléyade de explicaciones técnicas, científicas, operativas e incluso simpáticas.
Reconozco que de todas las versiones que se dan para explicar el flash crash, la del “fat finger” es la que mejor rato me hace pasar. Me imagino un tipo que se pone nervioso y aprieta simultáneamente un montón de ceros con un par de dedos y que no es capaz de controlar. Es una imagen tan caricaturesca como perturbadora.
Pero también intentamos cuadrar el movimiento con la versión algorítmica del flash, que no deja de ser curiosa, pues achacan el inicio del movimiento a algoritmos “pícaros” (rogue algorithm), programados en función de noticias y eventos determinados y que desencadenarían el sell off, para ser seguidos por algoritmos más técnicos que ahondan en el movimiento.
Otra causa encadenada a este evento, un informe publicado en el Financial Times citando al presidente francés, François Hollande, sobre la negociación y las consecuencias del Brexit con el fin de garantizar la unidad de la UE, parece caerse por sí misma dado que FT ha señalado que su informe fue publicado “segundos después” del flash y no antes. Claro está, que en un mundo en que la información cruza continentes a la velocidad de la luz, que se publicara “segundos después” no descarta que alguien la “prepublicara” (perdón por la licencia) “segundos antes”. También se barajó en este flash es un movimiento técnico de cobertura con la expiración de opciones sobre divisas; es decir, una utilización masiva de la divisa como instrumento de cobertura, de modo que una cobertura planetaria pudo provocar este tipo de movimientos.
Para dar mayor credibilidad al evento, el Banco de Inglaterra salió apresuradamente a decir que estaba alerta del impacto de estos movimientos y que estaban investigando las causas de los fuertes movimientos de la madrugada. Magnífico. Cuando leo este tipo de declaraciones me viene siempre a la cabeza la escena de Casablanca cuando el capitán Louis Renault entra a registrar el Café de Rick diciendo -¡Qué escándalo, aquí se juega!, mientras se le acerca un empleado del local a entregarle sus ganancias.
Intentamos siempre ofrecer una respuesta concluyente a este tipo de movimientos tan bruscos. El ser humano necesita respuestas y cuando no las encuentra aparecen las religiones, pero en los mercados la religión es el beneficio propio y la pérdida de los demás, y su biblia es el manual de la especulación y la manipulación. No hay más. No busquemos más allá. Como dice un buen amigo, tenemos que “vestir al muñeco” con “fat fingers”, coberturas de divisas, o declaraciones políticas… pero lo que único que vale es que esos movimientos son buscados y provocados, trampas bajistas que barren stops en segundos, pero que detrás de esas barridas, hay dinero, mucho dinero.
Es posible que la suma de todas las circunstancias, como se nos quiere hacer ver, informe del FT, declaraciones de Hollande, Theresa May, high frequency trading, pueda componer un argumento plausible y que nos consuele, pero lo cierto es que detrás de estas caídas espectaculares, de estas trampas bajistas, hay mucho dinero en pérdidas y, claro está, en ganancias para otros, como la empresa SPORTS DIRECT que afirmó el viernes por la tarde en un profit warning que el flash crash de la moneda británica la había ocasionado pérdidas por importe de 15 millones de libras. Pero en un mercado, a título global, con un grado de informatización e interconexión tan alto, lo cierto es que detrás de todos estos movimientos tan bruscos, que se repiten periódicamente, en distintos activos y en distintos momentos, pero con un patrón común, se esconden, probablemente, movimientos especulativos que responden a intereses financieros concretos y particulares.
Es muy posible, yo no querría que así fuera, que nunca sepamos ni el quién ni el cuánto, pero tenemos la necesidad de buscar una respuesta, un culpable o un por qué, como el operador con sede en Londres detenido en 2015 como responsable del flash crash del DOW JONES en 2010.
Apuesto a que el tipo tenía los dedos como morcillas.
Buen trading.
Mario de Angeles
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