“¿Qué estás pensando?”. Con esta pregunta tan sencilla y que a la vez encierra tantas implicaciones, te recibe Facebook cada vez que te conectas. ¿Qué estás pensando?, pregunta como si fuera tu mejor amigo, tu mejor confidente, o ese diario en el que escribes tus pensamientos más profundos.
Facebook no solo te pregunta por lo que estás pensando, sino por lo que estás haciendo. Y más aún, por lo que estás pensando hacer. De esa manera, de una forma un tanto paradójica, Facebook pasa de ser esa herramienta para comunicarse con amigos u otras personas, a transformarse en una especie de amigo en sí mismo. De alguna manera, al preguntarnos en qué estamos pensando, Facebook se convierte en el amigo y no en la plataforma para poner amigos en contacto.
Si hubiera que elegir el tipo de amigo que sería Facebook sería ese amigo cotilla que lo cuenta todo. Está bien, es decisión tuya lo que pones en Facebook o no, pero Facebook pone su granito de arena al incitarnos con ese “¿En qué estás pensando”?. Quizá solo sea una canción, una pequeña reflexión, o en el último chiste que te contaron. Pero si respondes a la pregunta, has caído en la “trampa”.
Y así, día tras día, otras personas saben de ti, de tu vida, de tu estado anímico e incluso de tus amigos, gracias al Facebook. Afortunadamente, las redes sociales saben que a ti también te interesa lo que están pensando otros. De nuevo, Facebook se comporta como el amigo cotilla que te mantiene al día de lo que están pensando tus amigos de carne y hueso.
Viendo esta forma de funcionar de Facebook, se puede decir que mediante la pregunta, ¿Qué estás pensando?, Facebook establece la línea divisoria entre «ser un amigo» o «ser una herramienta». ¿Cómo? Muy sencillo.
A través de esa pregunta, al usuario le da la sensación de que Facebook solo es un amigo para él, mientras que para el resto de usuarios es solo una herramienta, una plataforma. ¿Por qué? Porque le da la oportunidad de expresar los pensamientos que él decida, y le permite acceder a los pensamientos de otros, y no le importa que otros puedan acceder a los suyos, por tanto, en esta última instancia lo considera como una herramienta “para otros”. Un amigo para él.
¿Qué estás pensando? te pregunta Facebook como si supiera que te pasa algo. ¿En qué piensas?, o dicho de otra manera, ¿qué me vas a contar hoy? o, ¿cómo vas a jugar hoy conmigo? Porque es, precisamente esa pregunta, tan humana, tan emocional, la que hace que Facebook sea algo más que una plataforma.
Afortunadamente, Facebook te permite elegir qué pensamientos quieres compartir e incluso borras tus palabras si te arrepientes. Al final, todo con tal de que tu respuesta a la gran pregunta del Facebook no sea «En mandar el Facebook a grrrbllfmxxx…».
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