Ciudad del Vaticano, 9 jul (EFECOM).- El Vaticano presentó hoy un amplio plan de reformas en algunos de sus órganos financieros y que afectan esencialmente al «banco vaticano», que a partir de ahora estará dirigido por el financiero galo Jean-Baptiste de Franssu.
El cambio más significativo en relación con el IOR, fundado en 1942 por Pío XII, se da en la presidencia, que pasa de Freyberg, nombrado por Benedicto XVI, al joven empresario francés De Franssu.
En los últimos días se ha venido especulando sobre las razones de este cambio y ha sido el presidente saliente quien ha salido al paso al señalar que la labor de presidir el IOR requiere «tiempo completo» algo de lo que carece, según señaló.
No obstante, la salida de Freyberg no será inmediata, sino que acompañará a su relevo en un proceso de transición con el fin de «garantizar el adecuado traspaso de poderes».
De Franssu se dijo «honrado» por haber recibido este encargo de «gran responsabilidad» con el que pasará a formar parte de un profundo proceso de cambio en las instituciones de la Iglesia Católica, que debe «dedicarse a los mas necesitados y a la propagación de la fe».
El IOR, según refirió Pell, se encuentra en una fase de «transición pacífica», después del estallido de una serie de escándalos financieros y la ejecución de un plan de reformas en 2013 cuya primera fase concluyó ayer y cuya continuidad se emprende hoy.
Pell, a modo de balance, señaló que durante la primera fase, bajo la tutela de Freyberg, se han dado «significativos pasos hacia delante» en relación con la adecuación de la adhesión a los estándares internacionales o el aumento de la transparencia.
Además, en los próximos tres años, se revisarán los estatutos del IOR y se rediseñarán sus objetivos siguiendo tres prioridades, las verdaderas novedades en el nuevo «Banco de Dios», como también se le conoce.
En primer lugar se reforzará el modelo de negocio, que estará dirigido a servir a la Iglesia Católica como un banco de depósitos, en vez de ejercer como entidad de inversión.
En segundo lugar, en los próximos dos años se agruparán las inversiones de diferentes organismos del Vaticano en otro ente diferenciado, que recibirá el nombre de Vatican Asset Management (VAM) y que liberará al IOR de gestionar bienes patrimoniales, evitando duplicidades.
Por último, el IOR se concentrará en la auditoría financiera y en ofrecer servicios únicamente al clero, las congregaciones, las diócesis y los trabajadores de la Santa Sede.
Como viene siendo habitual, los diferentes entes financieros de la Secretaría para la Economía seguirán el modelo de cooperación entre miembros del clero y laicos.
De tal modo, tres nuevos miembros laicos pasarán a formar parte del Consejo de Superintendencia -el cuerpo directivo- el alemán Clemens Boersig, el británico Michael Hintze y la única mujer, la estadounidense Mary Ann Glendon, además del presidente De Franssu.
Por otro lado, la APSA pasará a englobar la Secretaría Económica, «un paso importante» para que pueda controlar el ámbito económico y la vigilancia de los bienes muebles de la Santa Sede.
El Vaticano también anunció la creación de un comité técnico para estudiar la situación del Fondo de Pensiones que trasladará sugerencias al Consejo para la Economía durante este año.
Pell aseguró que las pensiones actuales y las destinadas a la próxima generación están aseguradas pero que el fondo debe garantizar asimismo que existe liquidez suficiente para las generaciones futuras.
Este comité para el Fondo de Pensiones estará dirigido por monseñor Brian Ferme y compuesto por cuatro laicos que enriquecerán su trabajo «con su experiencia».
Por último, el Vaticano también presentó un comité que propondrá una reforma en la galaxia de medios de comunicación pertenecientes a la Santa Sede, como el rotativo «L’Osservatore Romano», la Radio Vaticana o los diferentes perfiles oficiales en la red social Twitter, entre otros.
Este comité estará formado por seis expertos internacionales, entre ellos la hispano-mexicana Leticia Soberón, y cinco trabajadores del Vaticano ocupados en el ámbito de la comunicación.
Su objetivo será «adecuar los medios de la Santa Sede a las nuevas tendencias de consumo, mejorar su coordinación y ahorrar en las inversiones» a tal fin.
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