¿Soy yo el que ha cambiado o es la industria quien lo ha hecho? ¿Cada vez tengo menos capacidad para sorprenderme con las novedades tecnológicas o son las tecnologías las que tienen cada vez menos capacidad para sorprenderme? ¿Se puede ser total amante de las tecnologías pero a la vez darse cuenta de lo ridículas que se han vuelto?
En estas disyuntivas me hallo tras la celebración de la Feria CES 2014, la feria tecnológica más importante del mundo que en esta nueva edición ha llegado a un punto culminante de absurdez.
Y no porque se hayan presentado aparatos disparatados, tecnologías demasiado adelantadas a su tiempo o nuevas soluciones informáticas aún en pañales y que necesiten ser pulidas… No. La absurdez y vacuidad de este CES 2014 se refleja en lo innecesario de casi todo lo presentado. Cantidades ingentes de pseudo-evoluciones de cosas ya vistas y toneladas de cacharros de moda que lo más probable es que pasen a la historia sin pena ni gloria por culpa de la enorme competencia.
No seré yo quien pretenda quitarle valor a las ilusiones de los amantes de los teléfonos móviles, las experiencias audiovisuales en el salón de casa, o de aquellos que necesitan un pulsómetro para saber si están cansados. Siento deciros que, en su mayoría, los aparatos presentados en el CES 2014 son meras evoluciones de modelos anteriores, aparatos inservibles o, en su defecto, tecnologías cuya viabilidad e interés no están nada claros, como en el caso de las televisiones 4K/8K y las pantallas curvadas.
Se podría decir que este CES 2014 me ha dejado, como consumidor, indiferente, y como amante de las tecnologías, decepcionado. ¿De veras alguien necesita un cepillo de dientes que se enchufe a nuestro teléfono móvil para que nos avise de cuándo hemos terminado de cepillarnos? Pues en algunas páginas reputadas del sector lo nombran como uno de los productos más interesantes de la feria. Anonadado me encuentro. Como para esperar la presentación de algo realmente rompedor, novedoso y que suponga un paso adelante real y útil.
En mi opinión este CES 2014 pasará a la historia como la feria más floja de, quizá todas sus ediciones (nueve si no me equivoco). Casi un insulto por parte de las empresas a los consumidores. Todo enfocado al consumismo porque sí. Me resulta difícil explicarlo con palabras, pero da la sensación de haberse convertido en una feria mucho más enfocada a los caprichosos por tener el último y mejor aparatito de moda (sin importar que verdaderamente no innove prácticamente nada lo ya visto) que a los verdaderos amantes o necesitados de las nuevas tecnologías (ya sea en un ámbito lúdico, comercial, profesional…).
Eso sí, no se puede negar que el ritmo de las presentaciones en la feria de Las Vegas ha sido frenético, que se han mostrado 42.000 dispositivos móviles, 300 millones de televisores y aún más relojes y pulseras inteligentes. Tampoco es innegable que ciertas tecnologías van avanzando y que en principio resultan muy atractivas, como en el caso de la impresión 3D. Pero si, como amante de las tecnologías, esto era lo mejor que puedo esperar de este año, me siento francamente decepcionado y remito al primer párrafo del artículo.
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