Obama insistió en su idea de que conceder subsidios a quienes llevan más de 26 semanas sin trabajo no es sólo una cuestión «de valores», sino también «económica», dado que el consumo de esos desempleados puede generar nuevos puestos de trabajo.
«No es sólo una cuestión «de valores», sino también «económica», dijo el Presidente
La discusión sobre los subsidios se enmarca en un debate más amplio sobre la desigualdad de ingresos en Estados Unidos, en el que los demócratas abogan por aumentar la ayuda a los desempleados y subir el salario mínimo.
Lucía Leal
«Quiero que todos ustedes entiendan que ésta no es una abstracción, no son estadísticas. Estos son sus vecinos, sus amigos, sus familiares; en algún momento podría ser cualquiera de nosotros», dijo Obama en la Casa Blanca.
Según el mandatario, la ayuda al desempleo es un «sustento económico vital» para los cientos de miles de personas que perdieron su empleo con la crisis económica de 2008 y que «siguen sufriendo».
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Obama consideró un «paso importante» la votación de procedimiento llevada a cabo hoy en el Senado, que abrió la puerta a un voto definitivo sobre el proyecto de ley.
De ser aprobado en la Cámara Alta, la medida enfrentará una fuerte oposición de los republicanos en la Cámara de Representantes, que critican el elevado coste del programa -6.400 millones de dólares- y exigen que la Casa Blanca elabore un plan para cubrir parte de ese gasto.
Sin referirse a esa exigencia republicana, Obama insistió en su idea de que conceder subsidios a quienes llevan más de 26 semanas sin trabajo no es sólo una cuestión «de valores», sino también «económica», dado que el consumo de esos desempleados puede generar nuevos puestos de trabajo.
«Si no les proporcionamos subsidios por desempleo, les resulta mucho más difícil encontrar un trabajo», agregó el mandatario.
Gracias a los cheques que reciben, argumentó, los parados de larga duración pueden tener un automóvil o un teléfono celular, herramientas clave en la búsqueda de empleo.
«Votar a favor de los subsidios de desempleo ayuda a la gente y crea empleo. Votar en contra no lo hace», insistió. «El Congreso debe aprobar este plan bipartidista de inmediato, y yo lo firmaré de inmediato. Y más de un millón de estadounidenses en todo el país sentirán un poco de esperanza de inmediato».
El plan que avanzó hoy en el Senado reactivaría los subsidios durante apenas tres meses, con la intención de negociar en ese periodo una medida a largo plazo.
Varios legisladores republicanos han argumentado que la concesión de subsidios disminuye la motivación de los desempleados para encontrar trabajo, algo que Obama criticó hoy.
«Eso realmente es subestimar al pueblo estadounidense», opinó el mandatario. «He conocido a mucha gente como presidente, como candidato y como senador; y no puedo nombrar ni una ocasión en la que haya conocido a un estadounidense que prefiriera recibir un cheque de desempleo al orgullo de tener un trabajo».
El programa de compensación por desempleo comenzó durante la presidencia de George W.Bush en 2008 y, hasta el pasado diciembre, se había renovado cada año.
No obstante, inmersos en una batalla sobre el presupuesto y el déficit, los líderes republicanos en el Congreso exigieron que la Casa Blanca encontrara áreas donde efectuar recortes presupuestarios para compensar el desembolso que supone el programa de subsidios, algo que el Gobierno ha rechazado hasta ahora.
«Hasta la fecha, el presidente no ha planteado un plan», dijo el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, en un comunicado tras la votación.
«Si lo hace, yo estaría dispuesto a hablar sobre el tema personalmente con él, pero hasta el momento la Cámara Baja se mantendrá enfocada en la economía», añadió Boehner.
La discusión sobre los subsidios se enmarca en un debate más amplio sobre la desigualdad de ingresos en Estados Unidos, en el que los demócratas abogan por aumentar la ayuda a los desempleados y subir el salario mínimo.
Varios republicanos, entre ellos el senador Marco Rubio, han reaccionado con una crítica a las políticas sociales que inició el presidente Lyndon Johnson en 1964, conocidas como la «guerra contra la pobreza» y que cumplen 50 años este miércoles.
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