Fernando Tablado
Tengo que admitir que desde pequeñito soy un fan de los Scalextric y que aún hoy, ya bastante más entrado en años, todavía guardo con cariño mi edición especial del circuito Paul Ricard e incluso, alguna que otra vez, todavía lo desempolvo en ocasiones especiales con amigos, véase navidades por ejemplo. Sobra decir que los piques son espectaculares y que no hay ni uno de ellos que no lo siga viviendo con pasión.
Por esto, entre otras cosas, llamó especialmente mi atención el nuevo “invento” si es que así podemos llamarlo, de una empresa llamada Anki, que pretende llevar los adelantos de la robótica y de la telefonía móvil al mundo de los Scalextric o mejor dicho, de los circuitos y coches por control remoto, ya que Scalextric solo es otra de esas marcas que se han adueñado del nombre del producto, como papel Albal.
El concepto consiste en que los coches llevan una cámara y sensores incorporados que les permiten reaccionar a las indicaciones que les hagamos desde nuestro teléfono móvil. Efectivamente, los coches se manejarán mediante el móvil (en principio habrá versión para iOS y se está estudiando incluir para iPhone) y se desplazarán a través de un circuito dibujado en una alfombra de vinilo.
Parece ser que el manejo de los coches es totalmente intuitivo y que responde perfectamente a nuestras órdenes gracias a que son capaces de recalcular su posición más de 400 veces en un segundo. Además, según sus creadores, el Anki Drive, que así se llama el juguetito, dispondrá de 4 vehículos diferentes, cada uno con sus armas y características especiales.
La cosa parece que no en broma ya que la inversión inicial de la compañía ha sido de 50 millones de dólares, una barbaridad para lo que es, creo yo.
Podéis ver una demostración del Anki Drive aquí:
Predestinado al fracaso
No cabe duda de que Anki Drive tiene muy buena pinta y que la demostración de su funcionamiento demuestra que tiene muchos aciertos. Pero aun así, creemos que Anki Drive está predestinado al fracaso.
¿Por qué decimos esto? Pues bien, por una parte está su precio, 200 dólares. Nos parece mucho dinero por un “Scalextric” que además nos obliga a tener un iPhone y descargarnos una aplicación.
Otro punto en su contra es la falta de realismo en todos los aspectos que echará para atrás a los más puristas. Los coches no son reales, la sensación de competición no es la misma, no hay boxes, no hay medidor de tiempo, carriles de adelantamiento, ni los tradicionales vuelcos de los coches del Scalextric de verdad.
Solo trae un circuito. En la alfombra de vinilo viene un dibujo predeterminado que responde a lo que sería el circuito, y no hay más. Adiós a las posibilidades de personalización. Quizá lo podrían arreglar con poner a la venta nuevas alfombras, pero me temo que el error ya está cometido.
La batería de los coches dura tan solo 15-20 minutos. Tras eso tocará cargarla… En definitiva, nos parece una evolución curiosa y con posibilidades pero que no pasa más allá de ser una buena demostración de lo que se puede llegar a hacer. Recuperar los 50 millones de euros de la inversión a base de ventas o, más aún, conseguir implantarlo en los hogares en la medida del Scalextric, es toda una utopía.
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