Internet surgió hace ya décadas y la infraestructura de comunicaciones más importantes de todo el planeta ha evolucionado de manera rápida y constante. Sin embargo, pocos cambios serán tan drásticos como el que está a punto de vivir la red de redes. El cambio de IPv4 a IPv6 será un momento clave para todos los agentes que operan en internet, tanto que la no adopción de las nuevas medidas podría terminar en colapso. No sé por qué, esto nos recuerda en algo a la paranoia del efecto 2.000.
La muerte de IPv4
La cosa es bastante sencilla de explicar. Con el nacimiento de internet se hizo necesario tener un sistema con el que asignar un código a cada máquina del planeta conectada a internet. Así surgió en 1981 el código IPv4. Efectivamente, desde aquellos tiempos este código viene dando a cada dispositivo una dirección IP única a intransferible, una dirección que proviene de una elección aleatoria (también puede ser voluntaria, es decir, se puede reservar la IP) de un número de 32 bits entre 4.228.250.625 de posibilidades.
¿Qué es lo que ha ocurrido entonces? Pues, amigos del capitalismo, lo que ha ocurrido es que ¡¡ya hemos gastado las IP disponibles!! Dentro de muy poco tiempo no quedarán números IP a los que asignar a los nuevos dispositivos, por lo que el problema se ha vuelto de carácter muy urgente.
IPv6: la panacea
La solución ha sido crear un sistema de asignación de IP con más opciones. Así ha surgido el IPv6 que es, básicamente lo mismo que el IPv4 con la diferencia de que extrae sus direcciones de un número de 128 bits y no de 32. ¿Qué ocurre al hacer esto? Bien, pues que el número de direcciones IP disponibles llega hasta la escalofriante cifra de 340.282.366.920.938.463.463.374.607.431.768.211.456. Esto quiere decir que, con la actual población mundial existente (6.000 millones de personas), todas las generaciones de planeta podrían haber tenido más de 30.000 millones de conexiones a internet para cada persona desde la mismísima creación de la Tierra hasta el presente (en caso de que los humanos hubieran existido hace 4.500 millones de años). Cada mota de polvo del planeta podría tener una conexión a internet y aún sobrarían.
Problemas y soluciones
La adopción del nuevo protocolo IPv6 será una realidad mucho más pronto de lo que nos imaginamos. En realidad, se trata solamente de una reordenación de las IP’s, pero ¿qué ocurre si no la llevamos a cabo? Simplemente, que no tendremos internet.
Además, lo que más preocupa a los usuarios es que, en la mayoría de las ocasiones, no serán ellos quienes tengan que dar el paso, sino las empresas proveedoras de servicios relacionados con la red. ¿Qué pasa si mi compañía telefónica no adapta su router al nuevo protocolo IPv6? ¿Cómo voy a mantener mi página web si mi proveedor de hosting no ha adaptado el sistema IPv6?
Existe mucho escepticismo respecto al tema y es del todo lógico. No es ninguna locura pensar en el desembolso que van a tener que hacer empresas como las proveedoras de internet para adaptar todos sus routers a los nuevos protocolos. La mayoría no van a poder hacer frente a dicho gasto, al menos a corto y medio plazo.
A estas alturas, la solución más aplaudida es la que aboga por la convivencia de ambos sistemas durante un periodo prudente de tiempo. Esto dará a empresas y usuarios más tiempo para adaptarse a un cambio tan drástico. Eso sí, en ese momento, quien no se haya pasado al IPv6, adiós a internet.
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